(Energía, vitalidad, transformación, salud.)
Leyenda de Ariel, el Dueño del Aire
En una isla diminuta, escondida en el corazón de un vasto océano, vive un elfo con un poder descomunal. Su nombre es Ariel, conocido por controlar la energía vital de los cuatro elementos naturales: agua, fuego, tierra y aire. Desde esta isla, Ariel puede influir en el viento, llamar la lluvia o invocar el fuego, a veces por diversión y otras por necesidad. Los rumores sobre sus habilidades se han extendido por todos los rincones del mundo, y su nombre se pronuncia con una mezcla de respeto y temor.
Ariel, con su carácter juguetón, disfruta haciendo travesuras a los humanos que se aventuran demasiado cerca de su dominio. Una vez, un grupo de pescadores, cansados después de un largo día de trabajo, decidió descansar en la playa de la isla. Ariel, al verlos, decidió que era el momento perfecto para una travesura. Con un movimiento sutil de sus manos, hizo que el viento soplara con fuerza, esparciendo las redes de los pescadores y enviando sus barcas a la deriva.
Los pescadores, sorprendidos, trataron de recuperar sus pertenencias, pero el viento era implacable. Entre risas, Ariel hizo que una pequeña lluvia comenzara a caer, transformando la arena en barro y haciendo que los hombres resbalaran y cayeran. A pesar de sus esfuerzos, no podían hacer nada contra el poder del elfo. Sin embargo, Ariel no es cruel, y al ver que los pescadores estaban exhaustos, decidió poner fin a su broma. Con un suave susurro, hizo que el viento calmara y la lluvia cesara, permitiendo a los pescadores recuperar sus barcas y redes.
A lo largo de los años, Ariel ha hecho muchas travesuras similares, y las historias sobre sus bromas se han convertido en leyendas entre los marineros y pescadores. Se cuenta que aquellos que se pierden en el mar y son encontrados días después, balbuceando sobre vientos impredecibles y lluvias inesperadas, han sido víctimas de las travesuras de Ariel. Pero también se dice que aquellos que muestran respeto y aprecio por los elementos, y que tratan la naturaleza con cuidado, son bendecidos por el elfo con mares tranquilos y cielos despejados.
Ariel, el Dueño del Aire, sigue residiendo en su pequeña isla, observando a los humanos con curiosidad y disfrutando de las oportunidades para jugar y divertirse. Con su poder sobre los elementos, Ariel no solo protege su hogar, sino que también recuerda a los humanos la importancia de respetar y vivir en armonía con la naturaleza.